Yo soy mi propia heroína
Escribió lo que se
convertiría en la versión definitiva del prefacio de su diario al punto: quería
la inmortalidad, por cualquier medio posible. Si le quedara suficiente tiempo
antes de su muerte, querría ganar fama póstuma a través de su pintura. En caso
de muerte prematura, se debe publicar su diario.
Fracasó, a pesar de
sus esfuerzos, porque no formaba parte de los círculos literarios o artísticos
de la época; tampoco procedía de un linaje ilustre de poetas o pintores. Un
noble ruso, su familia materna había dejado lo que ahora se llama Ucrania en
1858, recorriendo Europa con el médico de familia y un séquito de sirvientes. A
los catorce años comenzó a escribir su diario.
Deseo de gloria y fama
Ella elaboró en detalle los medios por los cuales obtuvo gloria y
fama. Primero, trató de
alcanzar la celebridad a través
de su voz, consultando con maestros de canto en Niza, París y Roma,
imaginándose celebrada en el escenario europeo. La laringitis crónica,
probablemente el primer síntoma de la tuberculosis que acabaría con su vida,
anuló esta aspiración.
En su diario, escribió
largas y elogiosas descripciones de su rostro y su desnudez, pasando esta
atención indebida a sí misma como un gesto grandioso hacia la posteridad. Ella
comentó con picardía que se ahorraría la molestia de hablar sobre su apariencia
física.
Frente al espejo, se
describía a sí misma en el acto de admirar sus "incomparables
brazos", la blancura y delicadeza de sus manos, o la forma de sus senos,
transformando efectivamente las páginas del diario en lugares para la
exhibición de su apariencia física que no podía mostrar en público.
Cartas enviadas a escritores famosos
De forma anónima,
escribió primero a Alexandre Dumas Hijo (hijo ilegítimo del escritor Alexandre
Dumas), autor de La dama de las Camelias. En 1883 envía cartas a
Émile Zola, escritor francés del siglo XIX y uno de los principales escritores
del naturalismo francés, autor de Germinal, El romance
experimental y La bestia humana.
Asimismo, contactó
con Edmond Goncourt, escritor francés, autor de diario íntimo,
novelas y obras de teatro. En 1884 publicó Chérie, una novela que
había anunciado por primera vez en su prefacio a La Faustin en
1882.
Al describirlo como
"un estudio psicológico y fisiológico" de los primeros pasos de una
niña hacia la feminidad, solicitó lo que llamó "colaboración
femenina", instruyendo a suyas lectoras a anotar sus recuerdos
adolescentes y enviarlos de forma anónima a su editor.
Con su franqueza
característica, Marie le informó que Chérie estaba llena de
insuficiencias. Ella dijo que ella misma había estado escribiendo sus propias
impresiones desde una edad temprana y ahora propuso enviárselas. Nadie sabe si
Goncourt recibió esta carta; si lo hizo, no respondió.
En 1884, meses antes
de su muerte, ella y Guy de Maupassant, escritor y poeta francés,
intercambiaron diecinueve cartas que años después fueron reveladas a través de
la prensa. Mucho se ha especulado sobre si el pintor y la escritora se
conocieron y, en torno a esta hipótesis, se tejieron las hipótesis más románticas.
Sin desanimarse por
su falta de éxito en inscribirse en la vida de los grandes literarios,
rápidamente escribió sus nombres en su prefacio. El valor del diario como
material de lectura residía, afirmó, en su condición de documento humano: el
público sólo tenía que consultar a los Sres. Zola, Goncourt y Maupassant. Era
una exageración, como ella bien sabía.
El diario, su último intento de pasar a la historia
Facsímil de la letra de Marie Bashkirtseff en una página de
su diario y fotografía de la autora cuando era adolescente.
Ahora ya no solo
escribo por la noche, sino también por la mañana, por la tarde, en todos mis
momentos libres. Escribo como vivo. Marie Bashkirtseff, Diario, miércoles 5 de
abril de 1876.
Veo una relación muy
fuerte con la escritora japonésa Higuchi Ichiyô y la brasileña Carolina Maria de Jesus, cuyos diarios fueron publicados. El escritor japonés también fue víctima
de tuberculosis y murió joven, a los 24 años.
Marie escribió su
Diario sin bocetos, sin un primer borrador de la obra, incluso los dibujos
están casi ausentes allí, aunque es bastante natural completar las líneas con
ilustraciones cuando sabes dibujar. Tampoco hay correcciones, tan frecuentes en
los escritores, después de meditar la sentencia.
Cuida la pureza de su
Diario como una obra oral, pero tratada como una obra seria. El rasgo
característico del texto firmado por ella es que está cargado de energía
espiritual, a diferencia de tantos otros que mueren nada más ver la luz.
Cuando el Diario de
Marie Bashkirtseff apareció en Francia en 1887, publicado por la editorial
Fesquelle para su prestigiosa colección Bibliothèque Charpentier, esta primera
edición en dos volúmenes fue un éxito editorial.
En sus páginas ella
se expone por completo: yo, como objeto de interés, puede que sea muy
insignificante para ti, pero imagina que no soy yo, imagina que se trata de un
ser humano que cuenta todas sus impresiones desde niño. Será entonces un
extraordinario documento humano.
Sus sentimientos, sus
reflexiones, sus contradicciones, sus remordimientos, su humildad, sus
alegrías, su extremo narcisismo, todo, todo, desde su adolescencia confiaba al
lector más de diecinueve mil páginas manuscritas que en la edición francesa
completa publicada entre 1995 y 2005 cubrió dieciséis volúmenes.
El diario le dio a la
aspirante a pintora la fama que tanto anhelaba, pero que no pudo alcanzar en
vida. Fue uno de los primeros intentos de una mujer de asegurar la celebridad a
través de la curaduría de la marca personal, y la forma que dio forma a la ambición
femenina a fines del siglo XIX y principios del XX.
En el próximo post,
nos ocuparemos exclusivamente de su Diario. Las publicaciones y la repercusión
generada tras su muerte.
La Literatura, su don inato
En cuanto a la
escritura, dijo más de una vez que era su don innato, una actividad para la que
no tenía que esforzarse mucho para estudiar, como tenía que ver con la música o
la pintura o como debía. Confiesa que si hubiera tenido tiempo, una vida menos
limitada, se habría dedicado al periodismo o a la Literatura.
Un baúl en sus
aposentos contenía docenas, tal vez cientos, de borradores de artículos, obras
de teatro y novelas que nunca tuvo tiempo de abordar o terminar. Las crónicas
que dejó en su diario sobre las anécdotas de su viaje por España o las críticas
de arte que escribió para La citoyenne sobre la muerte
de Léon Gambetta, estadista republicano francés que ayudó a dirigir
la defensa de Francia durante la guerra franco-alemana de 1870 – 1871, dan
testimonio de su poder literario.
La búsqueda del reconocimiento a través de la pintura naturalist
Marie Bashkirtseff, En el estudio (1881). Bashkirtseff si
retratado como la figura central sentada en primer plano.
A los diecinueve
años, sus ambiciones se volvieron más enfocadas. En 1877, se unió a la Académie
Julian en París, el taller para chicas europeas con serias ambiciones
artísticas cuyo género les impedía ingresar a la École des beaux arts.
Trabajó obstinadamente, pasando largas horas en el estudio durante el día y la
noche, calculando en su diario cuántos meses le tomaría alcanzar y superar a
los estudiantes más talentosos del estudio.
Marie se destacó por
el sentido social que quiso dar a su obra, reflejo, podemos pensar, de su
compromiso con las nuevas concepciones políticas que había abrazado y que muy
probablemente le permitieron comprender la dolorosa realidad de aquellos
indefensos seres que ella eligió como modelos.
Como pintora se
inscribió en el Naturalismo, la corriente literaria y artística que
defendía una visión auténtica de la realidad de la época. Pintó a los seres
humildes de los suburbios de París. Conoció al joven Jules Bastien-Lepage,
líder de esta corriente, a quien le unió una amistad que se acentuó con la
enfermedad y con la proximidad de la muerte de ambos.
En 1878, cuando ella
aún estaba en sus primeros meses en la Academia Juliana, presentó en el Salón
de París su muy discutido cuadro Les foins (campos de heno),
el primero de una serie de obras que lo convertirían en estrella y guía para
muchos jóvenes pintores de la época.
Estos tiempos fueron
el punto de inflexión entre la pintura tradicional que aún plasmaba temas
históricos o mitológicos o bellas muchachas y ángeles desnudos y las nuevas
corrientes, entre las que ya arrasaba el impresionismo con toda su fuerza.
La obra de Bastien-Lepage
es una pareja de campesinos tomando un descanso de mediodía, y ahí el realismo
de la imagen deja poco lugar a la belleza tal como la entienden los pintores
académicos.
Les foins (campos de heno), de Bastien-Lepage – óleo
sobre lienzo.
Marie, impresionada
por la crudeza del naturalismo en la obra de Zola o Maupassant, Daudet y
Flaubert, debió sentirse atraída por la pintura naturalista de Bastien-Lepage.
Cinco años después,
en el Salón de 1883, presentó tres obras. Tenía todas sus expectativas puestas
en el óleo Jean et Jacques, dos niños camino a la escuela. El
jurado, sin embargo, le otorgó una mención de honor para un pastel, el retrato
de su prima Dina, que sumió a la artista en una profunda irritación.
Es probable que el
espectador desprevenido encuentre poco interés en la representación de estos
dos estudiantes que tienen poco o nada que ver con la gracia. Pero es
precisamente esta característica la que el autor ha querido resaltar. No pinta
ángeles bonitos ni querubines rubios en los Champs-Elysées, sino
dos muchachos pobres y manchados de los sórdidos suburbios de París.
Con Jean y Jacques
Marie hace su debut como pintora naturalista cuando, a los ojos conservadores
del jurado, un plácido retrato al pastel de un género menor encajaba más
apropiadamente con el arquetipo de una joven artista respetable. Marie colgó la
mención de honor de la cola de su perro y parece que el jurado nunca la
perdonó.
A partir de 1883,
entre las pocas obras de Marie Bashkirtseff que no han desaparecido, tenemos
otros dos testimonios de su compromiso con el Naturalismo: El Paraguas, una de
las muchas niñas que cobijaban el manicomio contiguo a su casa, en la Rue
Ampère de Paris y también albergó a los niños Jean y Jacques.
Para su último Salón
de París preparó su cuadro más reconocido, El encuentro, un grupo de
seis niños necesitados del asilo del 18 de la Rue Ampère, que ella, con los dos
pulmones extirpados y atravesando los últimos meses de su vida, pintó en tamaño
natural y al aire libre.
El cuadro le granjeó
la aceptación del público y de la crítica, con lo que esperaba obtener la
ansiada medalla. Sin embargo, el jurado del Salón, quizás aún ofendido por la
descortesía del año anterior, y exigente con el tema, le dio la espalda.
Devastada, ya no podía
pintar a causa de la enfermedad y también porque había fracasado el intento de
entregar su Diario a un albacea talentoso como Maupassant o Goncourt, reunió
sus últimas energías para consolar a su admirado Jules Bastien-Lepage, un
pintor naturalista, que también se estaba muriendo. Un altruismo inesperado
tomó el lugar de la egolatría que dominaba su vida.
Aníbal
Ponce, pensador y ensayista argentino, apuntó: a
partir de ese momento, las últimas páginas del Diario se iluminan con el
resplandor del crepúsculo. Hasta entonces, Maria Bashkirtseff solo conocía la
ambición: desde esa visita, ha conocido la bondad.
El feminismo y el lamento por la condición feminina de su siglo
Quizás ahora nos
cueste entender cuánto desprecio hubo en aquella (descalificación en el Salón
de París), la elección de Marie Bashkirtseff, en un universo en el que incluso
las propias mujeres aceptaban su papel como protagonistas secundarias, meras
espectadoras la mayor parte del tiempo. El derecho al voto fue solo la punta de
un iceberg de limitaciones, prohibiciones y sumisiones que el sexo fuerte
impuso con tanta naturalidad.
Las mujeres no tenían
derechos civiles, una joven decente no podía proponer matrimonio, todo joven
podía y debía llevar una vida de ligereza, pero una chica respetable tenía que
ser virgen, un joven artista no podía abordar temas transgresores... Marie
Bashkirtseff lo lamentó con un juego de consonancias, l'honneur et le
bonheur (honor y felicidad) mientras derramaba lágrimas desconsoladas
por la muerte de su admirado Leon Gambetta, líder republicano: lo que
lloro ahora... sólo podría describirlo correctamente si tenido el honor de ser
francés y la dicha de ser hombre.
Ella convivió con la
alta sociedad parisina al unirse a una asociación feminista socialista. Allí
impulsó y financió la creación de un periódico en el que destacó en otra de sus
grandes vocaciones, el periodismo.
Si, en el sentido
clásico, la tragedia es la muerte del héroe, en esa memoria reverenciada por
sus lectores, la epopeya desdichada de Marie Bashkirtseff fue su sustancia
principal. “Yo no capítulo”, escribió una vez de pie, pluma y pincel en mano,
como una mítica amazona frente al mal que la llevaría a la tumba.
En el momento en que
emergía un nuevo paradigma femenino -exactamente el que defienden las mujeres
de hoy- para inaugurar la rebelión contra un mundo dominado por los hombres que
instituían el matrimonio como su único e inmemorial destino, las niñas se
estremecían con las batallas de esta frágil niña que ella libró sus cruzadas
deplorando la condición femenina de su siglo.
Enlaces usados y sugeridos
Escribir sobre
Marie Bashkirtseef requiere mucha investigación y condensación para el espacio
limitado de este blog. Este texto se basó en el Diario de Marie Bashkirtseff del José Horacio Mito.
Él descubrió a Marie
Bashkirtseff de joven en Buenos Aires en la década de 1970, leyendo el Diario,
una edición amarillenta que encontró en una de las tantas legendarias librerías
de viejo de la Avenida Corrientes.
Marie Bashkirtseff Art History
21 artworks Ukrainian Naturalist painter, sculptor, author and musician
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